-Sé que no fue un
hombre bueno, pero no debes hablar así de él- me dice este hombre que no
conozco y que no me conoce que se cree!?
-¿Qué sabes tú?-. Miro con cautela a éste hombre que me impide el acceso a
mi auto. Me estoy empezando a enojar.
-Desea
hablar contigo, es importante, o si no, no estaría yo, rogándole a que vaya a
verlo-. Me mira con compasión, y no sé qué hacer realmente, ese hombre,
para mí está muerto y es mejor que se quede ahí.
![]() |
Alejandro |
-No, dile
que se vaya a la mierda, me dejo hace mucho, y si, nunca me quite este puto
apellido es para recordar que no debo creer en nadie, si que a la mierda. Y
ahora aléjate de mi puto auto que tengo que irme-. Me mira, y no dice nada
y se aparta.
Entro en mi auto,
lo enciendo, comienza a sonar la música Burn de Ellie Goulding, me relajo al sonido de
la música, meto primera y me marcho, veo
por el retrovisor a ese hombre, que me ha hecho recordar del mayor secreto que
eh guardado por años, que nadie sabe, me prometí callarlo, olvidarlo y
enterrarlo LO PROMETÍ, y debo cumplirme esa promesa, quiero sacarme de la
cabeza es maldito nombre, ya es suficiente recordatorio mi puto apellido, por
el amor de Dios sácame este recuerdo, es suficiente, ya para Catalina, tú eres
quien eres por tu abuelo y por tu madre.
![]() |
Mi teléfono celular |
En mi
departamento, busco mi celular, comienzo a jugar con él hasta que me decido en
llamar a mi mejor amiga, la única que conoce parte de mi secreto, pero sólo una
parte, es mejor así. Le marco y contesta al tercer timbrazo.
-Kate, por
favor necesito juntarme contigo-. Ni siquiera un hola, me avergüenzo, pero
me urge hablar con ella.
-¿Qué pasó
Cata, estás bien?-. Me sonrió, me conoces tan bien, mi linda Kate.
-Puede ser
hoy?-. Le pregunto
-Pero Cata,
tengo hijos tú sabes eso-.
-Kate,
tienes una perra, y no son hijos déjala sola.
-¡QUE!-. Me dice con falso enojo
-Bueno tráela
pero olvídate de meterla dentro de mi casa, te lo prohíbo-. Le digo con
resignación
-Gracias, sabía
que no eras mala con la Pelú-.
Maldita perra, ja! es una perra poodle, es bonita, pero prefiero los perros
grandes, un pastor alemán, podría ser, no una perra que trata como hija, que
porquería
-Bien, a las
ocho en mi casa tú, y esa cosa-.
Me río, pero sé que no le ha causado gracia mi comentario.
Kate es una
persona muy alegre, extrovertida, donde está ella, está la risa, siempre le ha
gustado cocinar, y no sé como lo hace para mantenerse así de delgada con tanto
pastel. Se vino a Boston un año después de que yo me haya venido, y se vino con
una maleta llena de sueños, una parte ellos se quedaron en México, otra en el
avión, otros cuando bajo de éste, y los poco que le quedaban quedaron fuera de
esta casa, al ser muy extrovertida, le causo problemas, una que otra escucho
sus sueños y se los robaron, otros le cortaron las alas, perdió plata, pero no
importa, porque yo creí en Kate, nos asociamos en su gran sueño, es dueña y
pastelera de su propia empresa Pastelería
Dolces.
Después de varios
años logramos posicionar el negocio en un buen nivel, y comenzó a ganar su
propio dinero, jamás le pedí el dinero de vuelta, porque prefería ser parte de
su sueño aunque lo perdiera, se fue de mi casa, y comenzó a ser independiente.
De eso ya son siete años, mi querida Kate.
La veo por fin
estacionar frente a mi casa su volvo plateado, y ahí viene esa cosa, junto a Kate, esos ojos marrones y
lleva su pelo lacio marrón claro al viento, hermosa y con una sonrisa en los
labios. Toca el timbre y le abro la puerta.
-Hola...- me responde ella, y miro con desdén a esa criatura blanca
-Sólo un
momento, por favor no seas mala, tú sabes que le da miedo estar solita
afuera- Me hace un puchero.
Sabía que no podía
confiarme de ella, y no me resisto si que abro aún más la puerta para dejar la entrar
con esa cosa.
-Café, té,
jugo o alcohol?- le ofrezco
-Mala, dame
un jugo, porque sé que lo del alcohol es mentira- y me río.
-Era una
broma. Kate, te acuerdas de Luis Santelices?- Veo atragantarse a la pobre de Kate.
-Pero qué te
pasa?!, desde cuando me llamas y me preguntas eso-, me dice mientras se
sienta en uno de los sillones negros de cuero y me mira con desesperación. -Si tú misma siempre me has dicho que no quieres saber nada de Santelices,
y de qué viene esto?-. Guardo silencio,
es difícil pronunciar una palabra con los vagos recuerdos que eh intentado
bloquear por años, después de unos minutos infernales, en los que Kate no
pronuncia palabra alguna, lo cual se lo agradezco, hablo.
-Desde
ahora. Fue un maldito imbécil al estudio jurídico para preguntarme por él- le digo mientras camino por la cocina no quiero verla a los ojos, no quiero ver
su expresión de horror.
-¿¡Qué!?
Mentira-, y sé que su mirada está fija en mi espalda, la sigo esquivando,
comienzo a poner agua en un vaso, el ruido del agua cayendo en el vaso
amortigua el grito de Kate, y amortigua mis recuerdos.
Me encuentro la cosa en mis pies, y le doy gracias, hace
que me olvide un poco.
-Oye cosa no te daré comida, pídesela a tu
dueña, fuchi- y le sonrió, pareciera que oliera lo que siento, y me mira
con ojitos de compasión.
-¡Pesada!-.
Me grita Kate -Pelú, ven, no le
hagas caso a la linda de mi amiga- y la perra corre al oír a su dueña y se
va directo a sus piernas. Kate le hace cariño detrás de las orejas al animal y
se queda tranquilita si hasta parece un peluchito.
-Toma aquí
tienes jugo y galletas- le coloco en la mesa del living.
-Cuéntame
cómo eso que vino un hombre para hablar de ese hombre que te hizo...- abre
los ojos como si se le salieran de las órbitas y se tapa la boca, me mira
pidiendo disculpa por el comentario.
-No lo
digas- y trato de reprimir el recuerdo, cierro mis ojos y llevo mis manos
a mi cabeza y me pongo de rodillas sobre el suelo. Escucho correr a Kate hacia
mí.
-Amiga
linda, ay! lo siento soy una bestia, sé lo mucho que sufres por eso, pero
tienes que hablarlo, tienes que ir a un terapeuta- mientras me abraza.
-Lo sé, pero
tengo trabajo, y sabes que Roberto me succiona el tiempo- le digo, ya un
poco mejor, con mi comentario intento despreocuparla, pero sin éxito.
-Pero
desahógate es lo mejor- La miro, con cara de pocos amigos. Le digo la otra
parte?, podrá sobrellevarlo como yo lo eh intentado hacerlo durante 20 años?,
pero si no le digo tampoco podré sanar, pero lo comprenderá?
-Ehmm yo...
Kate te quiero mucho, no quiero que te enojes por no haberte contado la
historia completa- la miro con preocupación por su reacción.
-Cata, si
hubo algo que no me hayas dicho, no creo que sea porque no confíes en mí, es
porque no encontraste las palabras para como decírmelo, y son tus tiempos para
hablar no los míos- Tan comprensiva como siempre, le sonrío, pero ya es
tiempo de que le cuente.
-Luis Santelices,
no es un familiar cualquiera- estudio su expresión y veo que no dice nada,
sigo -bueno eso ya lo sabías- asiente con la cabeza, sé que está esperando
más información. -Es difícil- hago una pausa, este es más difícil de lo
que creía. -Luis Santelices, es ... mierda cuesta.
-Si no puedes
decirlo no me lo digas veo que estas muy complicada.
-No, es mejor,
es sólo una palabra, una sola, cómo va a ser tan difícil decirlo- le sonrió
a Kate, y ella pacientemente espera
-Luis Santelices
... es ... mi ... p-pa-padre. Eso Luis Santelices es mi padre- y suelto el
aire que estaba acumulando en mis pulmones, miro a Kate y veo que tiene sus manos
en su boca y los ojos abiertos como plato.
***
Gracias por ser parte de esto
No hay comentarios.:
Publicar un comentario