Vistas a la página totales

jueves, 11 de septiembre de 2014

Catalina y Alejandro - Capítulo 2




-Sé que no fue un hombre bueno, pero no debes hablar así de él- me dice este hombre que no conozco y que no me conoce que se cree!?
-¿Qué sabes tú?-. Miro con cautela a éste hombre que me impide el acceso a mi auto. Me estoy empezando a enojar.
-Desea hablar contigo, es importante, o si no, no estaría yo, rogándole a que vaya a verlo-. Me mira con compasión, y no sé qué hacer realmente, ese hombre, para mí está muerto y es mejor que se quede ahí.

Alejandro


-No, dile que se vaya a la mierda, me dejo hace mucho, y si, nunca me quite este puto apellido es para recordar que no debo creer en nadie, si que a la mierda. Y ahora aléjate de mi puto auto que tengo que irme-. Me mira, y no dice nada y se aparta.

Entro en mi auto, lo enciendo, comienza a sonar la música Burn de Ellie Goulding, me relajo al sonido de la música, meto primera y me marcho,  veo por el retrovisor a ese hombre, que me ha hecho recordar del mayor secreto que eh guardado por años, que nadie sabe, me prometí callarlo, olvidarlo y enterrarlo LO PROMETÍ, y debo cumplirme esa promesa, quiero sacarme de la cabeza es maldito nombre, ya es suficiente recordatorio mi puto apellido, por el amor de Dios sácame este recuerdo, es suficiente, ya para Catalina, tú eres quien eres por tu abuelo y por tu madre.

Mi teléfono celular


En mi departamento, busco mi celular, comienzo a jugar con él hasta que me decido en llamar a mi mejor amiga, la única que conoce parte de mi secreto, pero sólo una parte, es mejor así. Le marco y contesta al tercer timbrazo.
-Kate, por favor necesito juntarme contigo-. Ni siquiera un hola, me avergüenzo, pero me urge hablar con ella.
-¿Qué pasó Cata, estás bien?-. Me sonrió, me conoces tan bien, mi linda Kate.
-Puede ser hoy?-. Le pregunto
-Pero Cata, tengo hijos tú sabes eso-.
-Kate, tienes una perra, y no son hijos déjala sola.
-¡QUE!-. Me dice con falso enojo
-Bueno tráela pero olvídate de meterla dentro de mi casa, te lo prohíbo-. Le digo con resignación
-Gracias, sabía que no eras mala con la Pelú-. Maldita perra, ja! es una perra poodle, es bonita, pero prefiero los perros grandes, un pastor alemán, podría ser, no una perra que trata como hija, que porquería
-Bien, a las ocho en mi casa tú, y esa cosa-. Me río, pero sé que no le ha causado gracia mi comentario.

Katherine Zelis
(Kate)

Kate es una persona muy alegre, extrovertida, donde está ella, está la risa, siempre le ha gustado cocinar, y no sé como lo hace para mantenerse así de delgada con tanto pastel. Se vino a Boston un año después de que yo me haya venido, y se vino con una maleta llena de sueños, una parte ellos se quedaron en México, otra en el avión, otros cuando bajo de éste, y los poco que le quedaban quedaron fuera de esta casa, al ser muy extrovertida, le causo problemas, una que otra escucho sus sueños y se los robaron, otros le cortaron las alas, perdió plata, pero no importa, porque yo creí en Kate, nos asociamos en su gran sueño, es dueña y pastelera de su propia empresa Pastelería Dolces.
Después de varios años logramos posicionar el negocio en un buen nivel, y comenzó a ganar su propio dinero, jamás le pedí el dinero de vuelta, porque prefería ser parte de su sueño aunque lo perdiera, se fue de mi casa, y comenzó a ser independiente. De eso ya son siete años, mi querida Kate.

Auto de Kate

La veo por fin estacionar frente a mi casa su volvo plateado, y ahí viene esa cosa, junto a Kate, esos ojos marrones y lleva su pelo lacio marrón claro al viento, hermosa y con una sonrisa en los labios. Toca el timbre y le abro la puerta.
-Hola...- me responde ella, y miro con desdén a esa criatura blanca
-Sólo un momento, por favor no seas mala, tú sabes que le da miedo estar solita afuera- Me hace un puchero.
Sabía que no podía confiarme de ella, y no me resisto si que abro aún más la puerta para dejar la entrar con esa cosa.
-Café, té, jugo o alcohol?- le ofrezco
-Mala, dame un jugo, porque sé que lo del alcohol es mentira- y me río.
-Era una broma. Kate, te acuerdas de Luis Santelices?- Veo atragantarse a la pobre de Kate.
-Pero qué te pasa?!, desde cuando me llamas y me preguntas eso-, me dice mientras se sienta en uno de los sillones negros de cuero y me mira con desesperación. -Si tú misma siempre me has dicho que no quieres saber nada de Santelices, y de qué viene esto?-. Guardo silencio, es difícil pronunciar una palabra con los vagos recuerdos que eh intentado bloquear por años, después de unos minutos infernales, en los que Kate no pronuncia palabra alguna, lo cual se lo agradezco, hablo.
-Desde ahora. Fue un maldito imbécil al estudio jurídico para preguntarme por él- le digo mientras camino por la cocina no quiero verla a los ojos, no quiero ver su expresión de horror.
-¿¡Qué!? Mentira-, y sé que su mirada está fija en mi espalda, la sigo esquivando, comienzo a poner agua en un vaso, el ruido del agua cayendo en el vaso amortigua el grito de Kate, y amortigua mis recuerdos.
Me encuentro la cosa en mis pies, y le doy gracias, hace que me olvide un poco.
-Oye cosa no te daré comida, pídesela a tu dueña, fuchi- y le sonrió, pareciera que oliera lo que siento, y me mira con ojitos de compasión.
-¡Pesada!-. Me grita Kate -Pelú, ven, no le hagas caso a la linda de mi amiga- y la perra corre al oír a su dueña y se va directo a sus piernas. Kate le hace cariño detrás de las orejas al animal y se queda tranquilita si hasta parece un peluchito.
-Toma aquí tienes jugo y galletas- le coloco en la mesa del living.
-Cuéntame cómo eso que vino un hombre para hablar de ese hombre que te hizo...- abre los ojos como si se le salieran de las órbitas y se tapa la boca, me mira pidiendo disculpa por el comentario.
-No lo digas- y trato de reprimir el recuerdo, cierro mis ojos y llevo mis manos a mi cabeza y me pongo de rodillas sobre el suelo. Escucho correr a Kate hacia mí.
-Amiga linda, ay! lo siento soy una bestia, sé lo mucho que sufres por eso, pero tienes que hablarlo, tienes que ir a un terapeuta- mientras me abraza.
-Lo sé, pero tengo trabajo, y sabes que Roberto me succiona el tiempo- le digo, ya un poco mejor, con mi comentario intento despreocuparla, pero sin éxito.
-Pero desahógate es lo mejor- La miro, con cara de pocos amigos. Le digo la otra parte?, podrá sobrellevarlo como yo lo eh intentado hacerlo durante 20 años?, pero si no le digo tampoco podré sanar, pero lo comprenderá?
-Ehmm yo... Kate te quiero mucho, no quiero que te enojes por no haberte contado la historia completa- la miro con preocupación por su reacción.
-Cata, si hubo algo que no me hayas dicho, no creo que sea porque no confíes en mí, es porque no encontraste las palabras para como decírmelo, y son tus tiempos para hablar no los míos- Tan comprensiva como siempre, le sonrío, pero ya es tiempo de que le cuente.
-Luis Santelices, no es un familiar cualquiera- estudio su expresión y veo que no dice nada, sigo -bueno eso ya lo sabías- asiente con la cabeza, sé que está esperando más información. -Es difícil- hago una pausa, este es más difícil de lo que creía. -Luis Santelices, es ... mierda cuesta.
-Si no puedes decirlo no me lo digas veo que estas muy complicada.
-No, es mejor, es sólo una palabra, una sola, cómo va a ser tan difícil decirlo- le sonrió a Kate, y ella pacientemente espera

-Luis Santelices ... es ... mi ... p-pa-padre. Eso Luis Santelices es mi padre- y suelto el aire que estaba acumulando en mis pulmones, miro a Kate y veo que tiene sus manos en su boca y los ojos abiertos como plato.


***
Gracias por ser parte de esto


No hay comentarios.:

Publicar un comentario