Hoy no puedo llegar tarde, pero me eh atrasado, si que me bajo de la cama, busco mi ropa que me pondré para ir a trabajar, una blusa y unos pantalones de tela, me ducho, tomo la toalla y me seco, mientras
me cepillo el pelo frente al espejo, recuerdo que debo llevar las notas al
estudio jurídico, me coloco la ropa, me maquillo. No alcanzo a desayunar, así que me preparo un pan, con jamón y queso, un café en mi mug, y a correr, mi maletín y mi cartera. Let´s Go!
Cerré
la puerta de mi apartamento, con llave, baje por el ascensor, y fui directo
al estacionamiento en busca de mi auto, un nissan V-16 rojo, lo veo con
ternura. Me subo con rapidez, y recuerdo a mi amigo Andrés, que ya no esta aquí, se fue a Londres hace unos años y siempre que conversamos por skype recuerda mi auto y se burla de mi vehículo, porque ya descontinuaron el
modelo hace mucho, pero es un regalo de mi madre, me trae muchos recuerdo como
para abandonarlo. Doy contacto con la llave, ruge mi motor, como me encanta el sonido de él,
prendo la radio y conecto mi mp3 a la radio del auto, comienzo a escuchar una melodía y sonrío es Rihanna, como me encanta su música.
Ya
en la calle me dirijo al estudio jurídico, mi jefe tiene que estar muy nervioso, debía haber estado hace media hora, y me rió, pero ya estoy llegando.
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Mi Nissan V-16 |
-Hola
Teresa- le digo a la secretaria saliendo del ascensor.
-Hola
Señorita Catalina, Don Roberto la está esperando.
-Jajajaja…
ya voy gracias- y me voy riendo, sé que Teresa me va a mirar raro, y se queda mirando su ordenador.
Estoy
frente a la puerta de mi jefe, toco la puerta de vidrio con mis nudillos y espero a que
hable.
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Roberto Latorre |
-Adelante-, me dice una voz gruesa.
-Permiso
Don Roberto- cierro la puerta vidrio y me siento en la silla tapizada roja frente a su escritorio grande de color caoba en donde se encuentra él, esperando al otro lado del escritorio sentado en una silla de color negro esponjocita.
-Por
fin Catalina, ¿Por qué te haz demorado tanto?.
-La
verdad, es que ya no debe estar preocupado, Adrián, no puede seguir chantajeándolo, Señor, acabo de descubrir, cuentas en suiza, y en las islas
canarias, él ha estado estafando al Gobierno y a varias empresas
multinacionales.
Mi
jefe que da boquiabierto y no puede creer lo que le eh dicho, se reincorpora, y
hace un gesto para que continué.
-Hable
con unos amigo de Interpol si es que conocían a Adrián Luengo, les mande la foto, después de un tiempo, me preguntaron si ese era su nombre, porque ellos habían identificado a una persona con ese mismo rostro, pero otro nombre totalmente distinto, o sea,
no hay cabida a que tiene un hermano gemelo, me dieron el nombre Javier
Santander, lo busque en mi buscador, y aparecieron cosas en mi pantalla, y
una de ellas fue las cuentas en Suiza, con mas de U$ 250.000 dolares, lo que
equivale a más menos 130 millones de pesos, sin contar las otras cuentas. Jefe
la amenaza que le llego de él no tiene validez a la información que poseemos,
deme la autorización y lo hago pedazos.
Mientras
caminaba mi jefe por el despacho, se sienta en su silla frente a mí, y después
de un silencio, me mira con una mirada con alegría y rabia, ya sé lo que es,
quiere preparar una venganza, y antes de impedirle ese sentimiento abre su
boca.
-Por
eso siempre confío en ti, para estos trabajitos nosé como lo haces para obtener
esa información y por eso me tienes que seguir ayudando…
-Pero
jefe yo pensé que iba a llamarlo y amenazarlo, no pensé que debía seguir- esto
me esta asustando, no ira a buen puerto yo conozco esa expresión y no es buena.
-Jefe
aún me eh metido en un lío por sus pedidos, pero esto es peligroso, estamos
hablando del Gobierno.
-Tranquila
mujer, si no soy la CIA ni el FBI, no es una misión, ni nada por el estilo, este
cabrón me está chantajeando por una mierda de dinero y este imbécil está
estafando al Estado, pero quiero seguir hasta donde llega, y después venga a
pedirme ayuda y de ahí meterlo a la cárcel por idiota- se ríe.
Lo
miro y sé que le hirieron el ego, le molesta que lo chantajeen, y siempre tiene
que buscar un “yayita” para que paren, y esa es mi pega buscar la “yayita”, le sonrió y sé que finalmente conseguirá lo que quiere siempre lo hace.
Me
despido y me dirijo a mi despacho, me llama por el citófono Teresa, me dice que
me esta esperando un joven, y que le es muy importante hablar conmigo.
-Teresa
la verdad es que ahora yo me tengo que ir, tu sabes que a esta hora no estoy
aquí, dile que no me encuentro en el estudio, por favor- le cuelgo. Ordeno mis papeles me coloco mi cartera, mientas voy cerrando la puerta de mi despacho, se me acerca un hombre.
-Disculpe
usted es Catalina Santelices?
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Alejandro |
Le
miro, y es muy guapo, no puedo negarlo es alto, mas menos un metro ochenta, ojos
claros color azul, su mentón cuadrado,a medio afeitar bien hermoso, le miro a los ojos y veo preocupación.
-Si,
¿por qué?
-Entonces
porque su secretaria me dijo que usted no estaba?- lo dice con un tono molesto, lo cual le entiendo, eh pedido a Teresa que mienta. Pero?? Ay!
Dios, como Teresa no me dijo nada, tendré que hablar con ella, lo miro y siento
como mis mejilla se acaloran por la vergüenza.
-La
verdad es que yo nunca estoy a esta hora- se lo digo, para que me disculpe- pero bueno dígame mientras camino- le hago un gesto con la mano para que camine, pero él se queda parado y me enfrenta.
-Pero
que poco profesional es usted.
Abrí los ojos como platos.
Ah no!, lo atiendo y más encima se queja a la mierda el protocolo y eso de que el cliente tiene la razón.
Ah no!, lo atiendo y más encima se queja a la mierda el protocolo y eso de que el cliente tiene la razón.
-Perdón?,
sabe ya no me interesa, pida una hora o vaya a otro estudio jurídico.
Me
dirijo al ascensor, y el muy desgraciado sujeta la puerta y entra en ella, en
realidad me da un poco de miedo, pero no lo miro.
-Señorita, discúlpeme, es que estoy desesperado,
perdone la forma en que le hable- Me lo dice avergonzado, si que lo perdono, me da penita su expresión
-Bueno,
entonces dígame a que vino.
-Vine
por Luis Santelices.
Casi
me atragante, como sabe él ese nombre, ese nombre está olvidado, enterrado y
sepultado para mi.
-De
qué estas hablando?- estoy segura que escuche ese nombre por error
-De
Luis Santelices, él debería ser su …- y cierra la boca a ver mi cara de espanto.
Me
tapo la boca, y abro los ojos como platos, como impidiendo poder escuchar esa palabra
-Pero
que mierda, él esta muerto, sabes no quiero saber nada.
Gracias
Dios, las puertas se abren del ascensor y salgo tan rápido como puedo con los
tacones.Intento reprimir una y otra vez los recuerdos, pero...
***
Espero que les guste
***
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