-Amiga, cómo
estás?
-Hecha mierda
-Fue muy terrible
-Sí, si hubieras
visto a mi madre, como me trato, "de niña malcriada" ¿Qué se cree?,
nunca necesite nada de ella NADA, Kate.
-Lo sé, soy
testigo de ello. Y Alejandro?
-No sé, hubo un
momento que dude de él, pero luego...
-Luego qué?,
vamos Cata cuéntame
-Me hizo el amor
como nunca, fue como ir al cielo y volver.
Ya era muy tarde,
veía como el sol si iba escondiendo para poder alumbrarme mañana, y me suena el
celular. Es número desconocido.
-Diga?
-Hija?
-Quién es?
-Catalina, soy tu
mamá, me puedo juntar contigo hoy?
-Para qué señora?
-Para hablar
contigo, lo necesito.
-Bien
Quedamos en
vernos en un café, le pedí la dirección a Carmen, quién no quería dármela, sé
que no quería que fuera.
Me subo a mi
camaro. Y comienzo a adentrarme en la ciudad, en el tráfico, no es de tanta locura
como EE.UU. Veo a Sofía a lo lejos, y ella queda mirando mi vehículo. Busco un
lugar para estacionar.
Me acerco a la
mesa en la qué me está esperando.
Ella se levanta,
para darme un beso en la mejilla, yo me echo hacia atrás, ¿qué le pasa?, me
mira raro. Tomo asiento en la silla frente a la de ella.
-Dígame señora
Morga a qué se debe este honor.
-Pero Catalina
esas no son maneras de tratarme yo soy...
-Lamentablemente
sí, es mi madre, pero no lo fue. Ahora no me haga perder mi tiempo y dígame que
quiere de mí- le miro con desdén.
-Buenas tardes,
va a querer la carta?- me dice el camarero
-Un café cortado
por favor- le digo
-Y usted señora-
se dirige a Sofía
-Un café expreso-
le responde ella
-Muy bien.-
termina de anotar en su libreta y se retira.
-Ahora dime que
mierda quieres?
-No me hables
así.
-Deja de tratar
de educarme, que ese trabajo lo hizo mi abuelo, y no quiero perder mi tiempo,
entiendes.
Me mira con
amargura -Entiendo no quieres hablar conmigo, pero yo sí, hace años que no eh
sabido nada de ti, quiero saber que ha sido de ti.
-Oh!, por fin te
acuerda de que no vivo contigo hace años, soy una profesional y vivo en EE.UU,
vale, ahora eso es todo.
-Permiso- es
nuevamente el camarero, me deja mi café y el de Sofía, le doy un sorbo al mío
para controlar mi rabia.
-Catalina, ya sé
que has hecho una vida en EE.UU, y no quieres saber nada de nosotros. Tú papá-
hago una mueca -me ha dicho lo que sucedió...- agacha su mirada y comienza a
sollozar, no sé qué hacer, jamás pensé en este minuto, yo... no sé qué hacer
-No te pido que lo perdones, porque el daño que te provoco fue muy grande- me
toma una de mis manos y me miro directamente a los ojos, le esquivo la mirada,
no quiero ver la lástima en sus ojos.
-Ma... Mamá,
para, ya paso, estoy bien vale- le digo sin mirarle a los ojos.
-Me dijiste mamá,
hija linda, perdón por tratarte mal, perdón por el daño que te hizo Luis,
perdón, lo lamento tanto. -Siento sinceras sus disculpas.
-Sé que no eras
culpable de todo, si de echarme de la casa.
-Lo sé, lo hice,
pero nunca pensando en que te fueras para siempre, si por unos días para poder
hablar con Luis y qué me explicará el por qué de la agresión contra ti.- Eso
nunca lo pensé, siempre creí que me quería lejos, no que me quería proteger.
-Y porque no me
buscaste entonces?
-Don Amador me lo
prohibió, sé que no es excusa, pero tú sabes el poder que tenía tú abuelo y...
Luis tenía muchos... como decirlo, muchas pérdidas de dinero, y con eso lo
amenazo, que no nos acercáramos a ti.
-Ya veo.
Seguimos
conversando, y entendí muchas cosas, entre ellas la protección de mi abuelo, el
rechazo de mi madre, pero sigo sin entender al imbécil de Santelices. Nos
levantamos de nuestros asientos, ya es casi media noche, me acompaña hasta
dónde tengo mi auto. Señala el camaro y me dice: -Pero a quién se le ocurre
tener este auto tan lujoso, no crees qué es mucho?
-No encuentro que
sea mucho, es un buen auto, muy lindo por cierto- quiero que suelte la lengua
-Pero es gastar
por gastar
-No, es una buena
inversión, sobre todo porque es mi auto- Me mira con una cara que yo me desarmo
riendo.
Abro el auto y no
puede creer que sí, es realmente mío.
-Vamos sube que
te llevo a tu casa.
-Gracias
Al son Lo-Fang,
me voy manejando hasta llevarla a su casa, y de ahí a la mía.
No sé si es feliz
la palabra, pero fue buenísimo haber podido conversar con Sofía, no es que la
haya perdonado, pero ahora más madura le entiendo en parte, sus sentimientos.
-Maldita alarma,
porque mierda te puse tan temprano.
Me visto, me
maquillo y salgo corriendo de la casa, necesito estar en la empresa cuando este
abriendo, tengo que hablar con Ossandón.
-Buenos días, el
señor Ossandón se encuentra?
-A cual de los
dos Señores Ossandón necesita?- Cuál?
-Hugo Ossandón
-Bueno está don
Mateo, le sirve?- es tonta o se hace, porque no me dice inmediatamente que sólo
se encuentra Mateo Ossandón, pero le sonrío.
-Bueno, con Mateo
-Y quién es
usted?
-Una antigua
amiga
-Pero no tiene
nombre
-Señorita, si le
diera mi nombre, se caería de su silla y correría, como no quiero, haga lo que
le pido, o sino hoy en tarde estará despedida- me mira con asombro y acto
seguido teclea unos números en el teléfono, murmura uno poco y cuelga
-Suba por el
ascensor, es el piso 20 oficina H
-Gracias.
-Ojala que le
mueva bien el culo- le miro directamente a los ojos intimidándola y agacha su
cabeza, estúpida, ya verás cuando regrese.
![]() |
Mateo Ossandón |
Voy al ascensor y
tecleo el número para subir a la oficina
se abren las
puertas del ascensor, salgo de ellas y busco la oficina H.
Toco la puerta de
la oficina -Adelante- Abro la manilla y me encuentro con un hombre de pelo
oscuro, de mirada cansada, levanta la cabeza y me mira como estudiandome.
-Sí? qué desea?
-Hablar con Mateo
Ossandón
-Soy yo- se
levanta de su asiento y comienza a caminar hacía mí- y tú eres?
-Tu padre?
-Quien eres?
-Me gustaría
darle la sorpresa ambos.
-Pero yo no
comparto
-Perdón?
-Eso, que no
comparto- me mira con ojos libidinosos -no me gustan los tríos- pero que le
pasa a este hombre que soy una qué?
-Disculpad,
Mateo, necesito los informes ya!
-Si papá- por fin
al que necesitaba
-Señor Ossandón,
necesito hablar con usted
-Dime rápido
niña.
-En su oficina
-Dime ya!, no
tengo tiempo
-Si quiere pasar
vergüenza, bueno le digo de inmediato- me hace un desdén con la mano, él lo
quiso así.
-Soy Catalina Santelices
Morga, heredera del imperio Santelices, necesito que me entregue los libros de
contabilidad, fusiones y demás, haré lo antes posible posesión de la empresa,
como su dueña absoluta.
-Espera, tú no
eres la dueña, soy yo
-Quien le avala
-El papel que firmo
tu padre- me toma del brazo con fuerza y me mete dentro de una oficina- mira
mocosa, para eso necesitas un abogado para probar todas las estupideces que
estás diciendo, perdona -se ríe, se ríe de mí -y por lo que veo es tu palabra contra
mía- ahora soy yo quien se ríe, vamos estúpido, sigue que te vas a hundir.
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Hugo Ossandón |
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