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miércoles, 21 de enero de 2015

Catalina y Alejandro - Capítulo 20


-Amiga, cómo estás?
-Hecha mierda
-Fue muy terrible
-Sí, si hubieras visto a mi madre, como me trato, "de niña malcriada" ¿Qué se cree?, nunca necesite nada de ella NADA, Kate.
-Lo sé, soy testigo de ello. Y Alejandro?
-No sé, hubo un momento que dude de él, pero luego...
-Luego qué?, vamos Cata cuéntame
-Me hizo el amor como nunca, fue como ir al cielo y volver.

Ya era muy tarde, veía como el sol si iba escondiendo para poder alumbrarme mañana, y me suena el celular. Es número desconocido.
-Diga?
-Hija?
-Quién es?
-Catalina, soy tu mamá, me puedo juntar contigo hoy?
-Para qué señora?
-Para hablar contigo, lo necesito.
-Bien

Quedamos en vernos en un café, le pedí la dirección a Carmen, quién no quería dármela, sé que no quería que fuera.
Me subo a mi camaro. Y comienzo a adentrarme en la ciudad, en el tráfico, no es de tanta locura como EE.UU. Veo a Sofía a lo lejos, y ella queda mirando mi vehículo. Busco un lugar para estacionar.
Me acerco a la mesa en la qué me está esperando.
Ella se levanta, para darme un beso en la mejilla, yo me echo hacia atrás, ¿qué le pasa?, me mira raro. Tomo asiento en la silla frente a la de ella.
-Dígame señora Morga a qué se debe este honor.
-Pero Catalina esas no son maneras de tratarme yo soy...
-Lamentablemente sí, es mi madre, pero no lo fue. Ahora no me haga perder mi tiempo y dígame que quiere de mí- le miro con desdén.
-Buenas tardes, va a querer la carta?- me dice el camarero
-Un café cortado por favor- le digo
-Y usted señora- se dirige a Sofía
-Un café expreso- le responde ella
-Muy bien.- termina de anotar en su libreta y se retira.
-Ahora dime que mierda quieres?
-No me hables así.
-Deja de tratar de educarme, que ese trabajo lo hizo mi abuelo, y no quiero perder mi tiempo, entiendes.
Me mira con amargura -Entiendo no quieres hablar conmigo, pero yo sí, hace años que no eh sabido nada de ti, quiero saber que ha sido de ti.
-Oh!, por fin te acuerda de que no vivo contigo hace años, soy una profesional y vivo en EE.UU, vale, ahora eso es todo.
-Permiso- es nuevamente el camarero, me deja mi café y el de Sofía, le doy un sorbo al mío para controlar mi rabia.
-Catalina, ya sé que has hecho una vida en EE.UU, y no quieres saber nada de nosotros. Tú papá- hago una mueca -me ha dicho lo que sucedió...- agacha su mirada y comienza a sollozar, no sé qué hacer, jamás pensé en este minuto, yo... no sé qué hacer -No te pido que lo perdones, porque el daño que te provoco fue muy grande- me toma una de mis manos y me miro directamente a los ojos, le esquivo la mirada, no quiero ver la lástima en sus ojos.
-Ma... Mamá, para, ya paso, estoy bien vale- le digo sin mirarle a los ojos.
-Me dijiste mamá, hija linda, perdón por tratarte mal, perdón por el daño que te hizo Luis, perdón, lo lamento tanto. -Siento sinceras sus disculpas.
-Sé que no eras culpable de todo, si de echarme de la casa.
-Lo sé, lo hice, pero nunca pensando en que te fueras para siempre, si por unos días para poder hablar con Luis y qué me explicará el por qué de la agresión contra ti.- Eso nunca lo pensé, siempre creí que me quería lejos, no que me quería proteger.
-Y porque no me buscaste entonces?
-Don Amador me lo prohibió, sé que no es excusa, pero tú sabes el poder que tenía tú abuelo y... Luis tenía muchos... como decirlo, muchas pérdidas de dinero, y con eso lo amenazo, que no nos acercáramos a ti.
-Ya veo.
Seguimos conversando, y entendí muchas cosas, entre ellas la protección de mi abuelo, el rechazo de mi madre, pero sigo sin entender al imbécil de Santelices. Nos levantamos de nuestros asientos, ya es casi media noche, me acompaña hasta dónde tengo mi auto. Señala el camaro y me dice: -Pero a quién se le ocurre tener este auto tan lujoso, no crees qué es mucho?
-No encuentro que sea mucho, es un buen auto, muy lindo por cierto- quiero que suelte la lengua
-Pero es gastar por gastar
-No, es una buena inversión, sobre todo porque es mi auto- Me mira con una cara que yo me desarmo riendo.
Abro el auto y no puede creer que sí, es realmente mío.
-Vamos sube que te llevo a tu casa.
-Gracias

Al son Lo-Fang, me voy manejando hasta llevarla a su casa, y de ahí a la mía.
No sé si es feliz la palabra, pero fue buenísimo haber podido conversar con Sofía, no es que la haya perdonado, pero ahora más madura le entiendo en parte, sus sentimientos.

-Maldita alarma, porque mierda te puse tan temprano.
Me visto, me maquillo y salgo corriendo de la casa, necesito estar en la empresa cuando este abriendo, tengo que hablar con Ossandón.
-Buenos días, el señor Ossandón se encuentra?
-A cual de los dos Señores Ossandón necesita?- Cuál?
-Hugo Ossandón
-Bueno está don Mateo, le sirve?- es tonta o se hace, porque no me dice inmediatamente que sólo se encuentra Mateo Ossandón, pero le sonrío.
-Bueno, con Mateo
-Y quién es usted?
-Una antigua amiga
-Pero no tiene nombre
-Señorita, si le diera mi nombre, se caería de su silla y correría, como no quiero, haga lo que le pido, o sino hoy en tarde estará despedida- me mira con asombro y acto seguido teclea unos números en el teléfono, murmura uno poco y cuelga
-Suba por el ascensor, es el piso 20 oficina H
-Gracias.
-Ojala que le mueva bien el culo- le miro directamente a los ojos intimidándola y agacha su cabeza, estúpida, ya verás cuando regrese.

Mateo Ossandón

Voy al ascensor y tecleo el número para subir a la oficina
se abren las puertas del ascensor, salgo de ellas y busco la oficina H.
Toco la puerta de la oficina -Adelante- Abro la manilla y me encuentro con un hombre de pelo oscuro, de mirada cansada, levanta la cabeza y me mira como estudiandome.
-Sí? qué desea?
-Hablar con Mateo Ossandón
-Soy yo- se levanta de su asiento y comienza a caminar hacía  mí- y tú eres?
-Tu padre?
-Quien eres?
-Me gustaría darle la sorpresa ambos.
-Pero yo no comparto
-Perdón?
-Eso, que no comparto- me mira con ojos libidinosos -no me gustan los tríos- pero que le pasa a este hombre que soy una qué?
-Disculpad, Mateo, necesito los informes ya!
-Si papá- por fin al que necesitaba
-Señor Ossandón, necesito hablar con usted
-Dime rápido niña.
-En su oficina
-Dime ya!, no tengo tiempo
-Si quiere pasar vergüenza, bueno le digo de inmediato- me hace un desdén con la mano, él lo quiso así.
-Soy Catalina Santelices Morga, heredera del imperio Santelices, necesito que me entregue los libros de contabilidad, fusiones y demás, haré lo antes posible posesión de la empresa, como su dueña absoluta.
-Espera, tú no eres la dueña, soy yo
-Quien le avala

-El papel que firmo tu padre- me toma del brazo con fuerza y me mete dentro de una oficina- mira mocosa, para eso necesitas un abogado para probar todas las estupideces que estás diciendo, perdona -se ríe, se ríe de mí -y por lo que veo es tu palabra contra mía- ahora soy yo quien se ríe, vamos estúpido, sigue que te vas a hundir.

Hugo Ossandón

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