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jueves, 29 de enero de 2015

Catalina y Alejandro - Capítulo 21


-Ya veo, seguro que no tengo pruebas?.Es mejor que hables con mi abogado.
-Si, dónde está?
-Me presento, Soy Catalina Santelices, Abogada, he trabajado durante años en el Estudio Jurídico Latorre, si tiene duda, puede consultar a mi Jefe, Don Roberto Latorre- su boca se abre, se cierra, me mira y no da crédito a sus oídos.
-Te veré en tribunales
-No, me desocupas mi oficina, porque sabes mejor que yo , que debes marcharte y que no haces más que usurpar que por derecho y ley me pertenece, pero si quieres ir a juicio, vamos!, yo no pierdo, en cambio, usted su "fama", su nombre, se verá basureado. Sin contar, que yo ya tengo un prestigio en EE.UU, en donde mis clientes no han sido cualquiera, sino políticos y empresarios, de mayor calibre que usted.
-Sal de mi empresa.
-Tenga cuidado, que no soy estúpida.
-Cuidado con qué?
-Ojala que no aparezca una noticia, en donde diga, la "Familia Ossandón usurpa legado Santelices", suena bien no cree?
-Vete!- me sonrió al salir de la oficina.
Comienzo a caminar para irme.

-Espera- doy vuelta mi cabeza
-Catalina?, Catalina Santelices?
-Si?, quién eres?
-No te acuerdas de mí
-Por lo que veo no

-Santiago Armen- y me sonríe, rayos es él, esta... tan... wow, varonil
-Y... qué haces aqui?
-Trabajo- sonríe, es tan... lindo.
-En qué trabajas.
-Arquitecto y tú?
-Abogada
-Nunca pensé que te vería de nuevo y menos qué estudiarías eso- todos piensan eso -Y qué haces aquí?
-Solucionando algunas cositas- para qué contarle?
-Te invito a comer hoy en la noche, qué dices?
-Bueno.
-Pastas?
-Claro, cómo sabes?
-Siempre te han gustado o me equivoco?
-Te acuerdas muy bien?
-Pues claro, éramos amigo desde niños
-Si tienes razón- busco en mi bolso una tarjeta
-Toma, mi número.
-Ok!, te llamo para darte la dirección del restorán
-Bien, adiós Santiago- le doy un beso en la mejilla y él me da un abrazo.

Dios, qué me pasa? Santiago, tan alto, pero mucho más lindo de lo que me acuerdo.
-Hola, Roberto, cómo has estado?- por fin atiende el teléfono
-Mi querida Catalina, muy bien, echándote de menos como siempre, tu sabes este estudio jurídico no es lo mismo sin ti.
-Tan lindo como siempre Roberto. Roberto, necesito pedirte un favor, necesito que vengas a México, necesito que me ayudes.
-En qué lío te metiste Catalina.
-En ninguno, ya lo sabes, yo nunca me meto en problemas, sólo por culpa de otros.
-En realidad- se ríe -y no me puedes adelantar nada?
-Lamentablemente no, vuela luego, si?
-Bien, mañana estoy allá
-Gracias Roberto, sabía que podía contar contigo.

Y una última llamada.
-Tantos años.
-Santelices?
-Sí, como has estado?
-Muy bien, hace tiempo que no me necesitas?, que ha pasado?
-Es qué no he necesitado de tus servicios en realidad
-Mmmm... y apuesto que hoy necesitas un servicio mío, por eso me estas llamando no?
-Tan exacto como siempre. Si. Necesito que investigues a fondo, todo, ya sabes como siempre, y cómo si fuera yo, ya que no me encuentro en EE.UU.
-Y, dónde estás mujer?
-En México
-Wow, jamás pensé que te irías para allá, siempre dijiste que NUNCA regresarías a ese lugar.
-Lo sé, lo sé, pero ya estoy aquí, ahora necesito tu ayuda.
-Vale, entiendo, a quien tengo que cazar.
-Son varios. Luis Santelices, Hugo Ossandón, Mateo Ossandón, Santiago Armen y ... Sofía Morga.
-Son varios en realidad, pero ya sabes, como siempre lo haré, en tres días tienes todo.
-No puede ser antes?
-Si quieres un trabajo a medias, te lo entrego en media hora- me lo dice molesto.
-Vale, entiendo, tú ganas, en tres días, los esperare con ansias
-Bye Cata
-Bye Andrés

En la noche...

-Amor, porque no nos juntamos
-No puedo, me voy a juntar con Santiago- mientras me arreglo el cabello.
-Catalina, es Armen?
-Sí, Santiago Armen, un viejo amigo
-Catalina te lo prohíbo
-Por qué?
-Porque yo te lo digo, no quiero que vayas.
-Acaso conoces a Santiago?
-Claro, y es un mujeriego
-Ya basta, Alejandro, es suficiente, iré hablar con Santiago te guste o no, entendiste?
-¡No! Catalina, no, no irás, me enten...-le corto el celular es mejor, me canso este hombre, cuando va entender que aunque mi vida sea un asco, que aunque haya tenido una adolescencia de mierda, me sé defender y lo haré de cualquier persona, y Santiago, es una de esas personas para lograr entender este rompecabezas, que cada vez que quiero unir una pieza encuentro una llave, y abre un secreto o sale a la luz una cosa más, Dios necesito a mi abuelo, necesito a un hombre con la cabeza fría y que no me dé más problemas de los  que ya tengo.

-Tan preciosa como siempre
-Seguro le dices a todas lo mismo
-Cómo crees eso de mí?
-Pienso porque tienes cara de galán
-Ya veo, pero soy un galán muy hermoso, no crees- es muy ególatra, que horror, muero lentamente.
-Sí, muy "galán"- se ríe, cree qué es un cumplido?
-Bueno dejemos mi hermosura a un lado. ¿Qué haces en México?
-Visitando o no puedo?
-Claro que puedes, sólo que pensé que nunca te iba a volver a ver
-Uno nunca sabe las vueltas de la vida.
-Tienes razón.
-Y qué haces trabajando en una de las empresas Santelices?
-Santelices?, no, hace mucho tiempo que no lo son.
-¿Cómo?, si esas empresas son de mi padre
-Lo eran. Te cuento.
-Si por favor.
-Tiene el título "Empresas Santelices S.A.", pero de eso queda "S.A.", ya que hace unos años tu padre le cedió su parte a Hugo Ossandón, te acuerdas de él cierto?, el padre de Mateo- le asiento con la cabeza -Ahora se llama "Ossandón e Hijo S.A.", si que ya no es "Santelices".
-Oh, ya veo.
-No lo sabías.
-Pues claro que no, llevo veinte años fuera de estas tierras.
-Sí, mucho tiempo Catalina, y estás muy hermosa, más que esa joven que recordé por tantas noches.- sujeto mi tenedor y me meto en la boca un bocado gigante de pasta, para no contestarle. -La verdad es que visite muchas veces tu casa para verte, pero no pude, no lo logre, después supe que te habías marchado con tu abuelo, pensé que sería por una temporada, y de esa temporada se volvieron meses y luego años, después perdí toda esperanza, cuando te vi caminar ayer, no podía creerlo habías vuelto, pero muy cambiada y más hermosa que nunca- se comienza acercar a mí, sus labios se acercan a mi boca, y...
-Dios Santo, Alejandro- le digo mientras me paro, tapando mi rostro con mis manos, de mi asiento y veo caer el cuerpo de Santiago al suelo.
-Por esto querías venir?, para esto?- me reclama -Catalina!!
Me agacho al suelo para ver a Santiago, al lado de su boca se ve como una mancha roja recorre su mentón, es SANGRE, por Dios
-Qué te pasa?!
-Pasa que este imbécil de iba a besar Catalina!!
-Alejandro para, estás haciendo un escándalo- Mientras veo como los curiosos se acercan, Santiago se levanta del suelo, se limpia la sangre y se abalanza contra Alejandro. ¡Esto va a terminar mal!
-¡Paren!, ¡Santiago, Alejandro!, ¡Paren por favor!- Intento separarlos, pero es inútil, me saco los tacones, y ahora me meto entre medio de ellos, pero creo que no me ven, un puñetazo me llega directo al labio, rompiéndolo, y caigo al suelo, cuando me ven tendida en él paran, me levanto, no quiero que me toquen, tan imbéciles y cavernícolas se comportan a veces los hombres. Corro al estacionamiento, me subo a mi auto y me largo a la mansión. Mañana buscare un departamento para que Carmen deje de controlarme.

Se abren de par en par las rejas de la mansión, salgo corriendo del auto me meto dentro de la casa, subo las escaleras y me voy a mi pieza, lo trato de hacer lo más rápido posible y sin que se den cuenta.
Prendo la luz de mi habitación, me miro al espejo.
-Quien haya sido lo mato, me dejo el labio hecho mierda- en ese preciso instante mi cuerpo se libera en medio de llanto, por la rabia contenida, por el golpe, por el idiota de mi papá.
Mi celular vibra, por los mensajes, whatsapp y llamadas perdidas.
-VETE A LA MIERDA!
-Qué pasa?- mierda es Kate
-Nada
-No, nada que nada, me abres o hecho la puerta abajo- Abro la puerta de mala gana
-Pasa- intento esconder mi rostro para que no vea mi labio
-Pero que mierda te ...-me sujeta la cara
-Nada, me rompí el labio
-Sí claro, con quien te peleaste?
-Con nadie, pareces Carmen
-No me vengas con eso, déjame ver, está harto mal.
-Mañana buscare departamento, Carmen me controla mucho, y tú sabes que vine por un propósito y lo cumpliré Kate, lo cumpliré.
-Ya, ya, pero tranquila, ahora veamos ese labio, no se ve tan malo
-Espera que es eso??
-Una cremita- cremita, cremita!!! la muy desgraciada me pone alcohol sabía que le iba a decir que no, como mierda la deje -YA ESTA LISTO, que quejumbrosa. Prométeme, que mañana me contarás todo, bueno?
-Vale, ahora déjame dormir

-Bueno, te dejo, descansa.

miércoles, 21 de enero de 2015

Catalina y Alejandro - Capítulo 20


-Amiga, cómo estás?
-Hecha mierda
-Fue muy terrible
-Sí, si hubieras visto a mi madre, como me trato, "de niña malcriada" ¿Qué se cree?, nunca necesite nada de ella NADA, Kate.
-Lo sé, soy testigo de ello. Y Alejandro?
-No sé, hubo un momento que dude de él, pero luego...
-Luego qué?, vamos Cata cuéntame
-Me hizo el amor como nunca, fue como ir al cielo y volver.

Ya era muy tarde, veía como el sol si iba escondiendo para poder alumbrarme mañana, y me suena el celular. Es número desconocido.
-Diga?
-Hija?
-Quién es?
-Catalina, soy tu mamá, me puedo juntar contigo hoy?
-Para qué señora?
-Para hablar contigo, lo necesito.
-Bien

Quedamos en vernos en un café, le pedí la dirección a Carmen, quién no quería dármela, sé que no quería que fuera.
Me subo a mi camaro. Y comienzo a adentrarme en la ciudad, en el tráfico, no es de tanta locura como EE.UU. Veo a Sofía a lo lejos, y ella queda mirando mi vehículo. Busco un lugar para estacionar.
Me acerco a la mesa en la qué me está esperando.
Ella se levanta, para darme un beso en la mejilla, yo me echo hacia atrás, ¿qué le pasa?, me mira raro. Tomo asiento en la silla frente a la de ella.
-Dígame señora Morga a qué se debe este honor.
-Pero Catalina esas no son maneras de tratarme yo soy...
-Lamentablemente sí, es mi madre, pero no lo fue. Ahora no me haga perder mi tiempo y dígame que quiere de mí- le miro con desdén.
-Buenas tardes, va a querer la carta?- me dice el camarero
-Un café cortado por favor- le digo
-Y usted señora- se dirige a Sofía
-Un café expreso- le responde ella
-Muy bien.- termina de anotar en su libreta y se retira.
-Ahora dime que mierda quieres?
-No me hables así.
-Deja de tratar de educarme, que ese trabajo lo hizo mi abuelo, y no quiero perder mi tiempo, entiendes.
Me mira con amargura -Entiendo no quieres hablar conmigo, pero yo sí, hace años que no eh sabido nada de ti, quiero saber que ha sido de ti.
-Oh!, por fin te acuerda de que no vivo contigo hace años, soy una profesional y vivo en EE.UU, vale, ahora eso es todo.
-Permiso- es nuevamente el camarero, me deja mi café y el de Sofía, le doy un sorbo al mío para controlar mi rabia.
-Catalina, ya sé que has hecho una vida en EE.UU, y no quieres saber nada de nosotros. Tú papá- hago una mueca -me ha dicho lo que sucedió...- agacha su mirada y comienza a sollozar, no sé qué hacer, jamás pensé en este minuto, yo... no sé qué hacer -No te pido que lo perdones, porque el daño que te provoco fue muy grande- me toma una de mis manos y me miro directamente a los ojos, le esquivo la mirada, no quiero ver la lástima en sus ojos.
-Ma... Mamá, para, ya paso, estoy bien vale- le digo sin mirarle a los ojos.
-Me dijiste mamá, hija linda, perdón por tratarte mal, perdón por el daño que te hizo Luis, perdón, lo lamento tanto. -Siento sinceras sus disculpas.
-Sé que no eras culpable de todo, si de echarme de la casa.
-Lo sé, lo hice, pero nunca pensando en que te fueras para siempre, si por unos días para poder hablar con Luis y qué me explicará el por qué de la agresión contra ti.- Eso nunca lo pensé, siempre creí que me quería lejos, no que me quería proteger.
-Y porque no me buscaste entonces?
-Don Amador me lo prohibió, sé que no es excusa, pero tú sabes el poder que tenía tú abuelo y... Luis tenía muchos... como decirlo, muchas pérdidas de dinero, y con eso lo amenazo, que no nos acercáramos a ti.
-Ya veo.
Seguimos conversando, y entendí muchas cosas, entre ellas la protección de mi abuelo, el rechazo de mi madre, pero sigo sin entender al imbécil de Santelices. Nos levantamos de nuestros asientos, ya es casi media noche, me acompaña hasta dónde tengo mi auto. Señala el camaro y me dice: -Pero a quién se le ocurre tener este auto tan lujoso, no crees qué es mucho?
-No encuentro que sea mucho, es un buen auto, muy lindo por cierto- quiero que suelte la lengua
-Pero es gastar por gastar
-No, es una buena inversión, sobre todo porque es mi auto- Me mira con una cara que yo me desarmo riendo.
Abro el auto y no puede creer que sí, es realmente mío.
-Vamos sube que te llevo a tu casa.
-Gracias

Al son Lo-Fang, me voy manejando hasta llevarla a su casa, y de ahí a la mía.
No sé si es feliz la palabra, pero fue buenísimo haber podido conversar con Sofía, no es que la haya perdonado, pero ahora más madura le entiendo en parte, sus sentimientos.

-Maldita alarma, porque mierda te puse tan temprano.
Me visto, me maquillo y salgo corriendo de la casa, necesito estar en la empresa cuando este abriendo, tengo que hablar con Ossandón.
-Buenos días, el señor Ossandón se encuentra?
-A cual de los dos Señores Ossandón necesita?- Cuál?
-Hugo Ossandón
-Bueno está don Mateo, le sirve?- es tonta o se hace, porque no me dice inmediatamente que sólo se encuentra Mateo Ossandón, pero le sonrío.
-Bueno, con Mateo
-Y quién es usted?
-Una antigua amiga
-Pero no tiene nombre
-Señorita, si le diera mi nombre, se caería de su silla y correría, como no quiero, haga lo que le pido, o sino hoy en tarde estará despedida- me mira con asombro y acto seguido teclea unos números en el teléfono, murmura uno poco y cuelga
-Suba por el ascensor, es el piso 20 oficina H
-Gracias.
-Ojala que le mueva bien el culo- le miro directamente a los ojos intimidándola y agacha su cabeza, estúpida, ya verás cuando regrese.

Mateo Ossandón

Voy al ascensor y tecleo el número para subir a la oficina
se abren las puertas del ascensor, salgo de ellas y busco la oficina H.
Toco la puerta de la oficina -Adelante- Abro la manilla y me encuentro con un hombre de pelo oscuro, de mirada cansada, levanta la cabeza y me mira como estudiandome.
-Sí? qué desea?
-Hablar con Mateo Ossandón
-Soy yo- se levanta de su asiento y comienza a caminar hacía  mí- y tú eres?
-Tu padre?
-Quien eres?
-Me gustaría darle la sorpresa ambos.
-Pero yo no comparto
-Perdón?
-Eso, que no comparto- me mira con ojos libidinosos -no me gustan los tríos- pero que le pasa a este hombre que soy una qué?
-Disculpad, Mateo, necesito los informes ya!
-Si papá- por fin al que necesitaba
-Señor Ossandón, necesito hablar con usted
-Dime rápido niña.
-En su oficina
-Dime ya!, no tengo tiempo
-Si quiere pasar vergüenza, bueno le digo de inmediato- me hace un desdén con la mano, él lo quiso así.
-Soy Catalina Santelices Morga, heredera del imperio Santelices, necesito que me entregue los libros de contabilidad, fusiones y demás, haré lo antes posible posesión de la empresa, como su dueña absoluta.
-Espera, tú no eres la dueña, soy yo
-Quien le avala

-El papel que firmo tu padre- me toma del brazo con fuerza y me mete dentro de una oficina- mira mocosa, para eso necesitas un abogado para probar todas las estupideces que estás diciendo, perdona -se ríe, se ríe de mí -y por lo que veo es tu palabra contra mía- ahora soy yo quien se ríe, vamos estúpido, sigue que te vas a hundir.

Hugo Ossandón

martes, 13 de enero de 2015

Catalina y Alejandro - Capitulo 19


-Años han pasado, no crees Santelices- me mira avergonzado.
-Mi querida hija
-Querida?- le digo mientras camino alrededor de su cama en la que está acostado -No fue lo mismo que me dijiste, antes de que yo me fuera, perdón antes que tu mujer me echara de la casa.
-Yo no supe eso, no te hubiera dejado ir.- Claro, ya ni se acuerda porque me fui, que desgraciado. -Parece que los años te han dado amnesia, yo no fui porque "mamá"- y coloco mis dedos haciendo comillas- me haya echado sino porque usted Don Luis me maltrataba física y psicológicamente, no se acuerda ahora.
-No sigas por favor.
-Eso mismo le pedía yo y usted nunca se detuvo, siguió golpeándome una y otra vez.
-Te lo suplico Catalina, no sigas, no ves que estoy enfermo?
-Me importa una mierda su enfermedad, usted insistió que viniera, mientras yo estaba tranquila en Boston, trabajando, y que cree, que me quedaré callada?, no señor, no esta vez, eh sufrido mucho por culpa suya. Me golpeo, mato a mi abuelo, me quito la casa de él en Nueva York, y sin importar me...
-No sigas, yo no te mande a llamar por eso- me grita en mi cara.
-Claro que no lo haría, es por sus empresas, no soy estúpida, ahora me necesita, porque sabe que tengo contactos y que soy abogada.


-Yo...
-Usted es un poco hombre señor, un miserable, un...
-No le hables así a tu padre- me grita desde la puerta Sofía Morga.
-Qué bueno que estés acá "madre", así sabrás la verdadera razón porque nunca volví, aún cuando mi abuelo falleció.- Miro a Santelices, por primera vez tengo el sartén por el mango, y su mirada es suplicante. No daré tregua, no tengo porque callarme, no esta vez. Le sonrió, si, con maldad porque lo tengo en mi corazón es rabia, odio y venganza.
-Señora Morga, le suplico que se retire- Es Alejandro, ¿Qué estás haciendo?, yo quiero desenmascarar a este desgraciado, y Sofía se va. NOOO, no se puede ir, yo tengo que decirle, pero no puedo reaccionar, se cierra la puerta, y voy a la puerta para abrirla, pero...
-Catalina, yo sé muy bien que tú no quieres estar aquí, pero es necesario. Mi padre antes de morir hizo un testamento, en el cual te dejo como heredera absoluta- giro para mírale directamente a los ojos, no sólo me desgracio la vida sino también me robo, lo que por ley me correspondía -de todas las propiedades, incluyendo esta casa, de sus empresas, sé que hice mal al despojarte de todo lo que correspondía, lo sé, y ahora es una bola de nieve que creció, y que ya no puedo hacer nada, estoy atado de manos, porque Hugo Ossandón, él que se supone era mi amigo, me ha quitado las empresas, y sabe que no puedo ir a juicio por ello, porque saldrá a luz que le eh robado a mi propia hija, es por eso que te eh mandado a llamar.
-O sea, me has mandado a llamar para salvarte el pellejo, sin contar que cuando tome posesión de ellas, no te lo agradeceré ni menos te daré algo a cambio, mientras yo me las ingeniaba para sobrevivir tú te dabas la vida de millonario a costilla de mí- le miro con desprecio.
-Lo sé, no tienes nada que darme, sólo te pido que me dejes vivir en esta casa hasta que la muerte llegue a buscarme.
-No puedes ser tan poca cosa, ya ni honor te queda, obviamente no te daré nada ni un centavo, pero sí te puedes quedar en esta casa con una condición.
-La que quieras.
-Dile a mi madre lo que me hiciste esa noche horrorosa.
-Pero Catalina.
-Catalina NADA!, le dices o sino no vives aquí, y ten por seguro que cuando te saque de la casa, le cuento a mi madre, y a todos los periódicos- no creo que sea tan valiente para ello, pero es hora de cobrarme una a una las atrocidades que viví, por culpa de quienes debían protegerme.
-Entiendo, lo haré, pero no ahora.
-Claro que lo harás, hoy, escúchame bien Luis Santelices- le digo acercándome a su rostro -Yo no soy la niñita de la quien desgraciaste la vida, la que guardo silencio por vergüenza, NO. Ahora yo sé muy bien lo que valgo, y si tu no hablas hoy con mi madre, te irás mañana a primera hora donde quieras, menos a una de las propiedades mías, y todo el mundo sabrá quien eres, nadie te dará una mano sólo te escupirán en la cara.- Su respiración se agita, me teme, agacha su cabeza.
-Acepto, hoy le diré.
-Bien- me recompongo y comienzo a irme a la entrada.
-Catalina, espera.- me detengo
-Para enfrentar a Ossandón, necesitas algo.
-¿Qué cosa?
-El testamento- tiene razón
-Dámelo- comienza a buscar en una mesita que tiene a su lado y saca una carpeta vieja de color amarillo, me la da, la reviso y ahí está. -Ahora me voy, que tengas un buen día "papá"- esa última palabra fue dicha con todo el desprecio del mundo.
Abro la puerta de su habitación, y ahí está Alejandro esperándome.
-¿Cómo estás?- le doy una bofetada, ni siquiera la esquivo, me está mirando perplejo, no lo entiende. -¿Qué mierda te pasa?- me sujeta los hombros, me liberó, y le miró con rabia.
-Eres estúpido o te haces?, se supone que me ibas apoyar, en el minuto que le iba a decir toda la verdad a mi madre tú no me has dejado, se suponía que tú ibas a limpiar el camino, tuve que presentarme yo sola, no soy idiota Alejandro tengo años de experiencia y tú escondes algo, por qué querías traerme tan pronto, por qué querías que hablara con mi padre ya, y por qué mierda nunca me dijiste nada de Carmen- no me dice nada, ya es hora me marcho.
Quiero salir de esta casa, me estoy ahogando. Cuando ya estoy llegando a la salida busco mis llaves, aprieto el botón y mi auto se abre, me subo en él, veo a Alejandro por el espejo retrovisor, y va en busca de su motocicleta, cuando estoy llegando a la salida las rejas están abiertas de par en par, hay una camioneta negra, una suburban, conecto música, y gracias a Dios es Yandel, moviendo caderas, a la velocidad que voy me relaja. Veo un agua y me detengo, necesito respirar. Ha sido mucho, me saco el arma y dejo el testamento en la guantera del auto. Me bajo con la música de fondo, me saco la chaqueta la tiro al capó de auto, muevo mi cuello para destensarlo.

Escucho un motor a lo lejos, que se va deteniendo, unas manos me sorprenden en mi abdomen y unos besos ya conocidos en mi cuello, se me erizan los pelos y mi corazón se encoje, es Alejandro. Me gira, me obliga a mirarlo, me besa con urgencia, no sé cuanto tiempo estamos así, sus manos me recorren, su pantalón se enancha, me quiere, me necesita.
-Entiendo tu bofetada, vale, pero me dolió.
-Esa era la cosa que te doliera- me libero de su abrazo, y él vuelve a sujetarme
-Vámonos
-Tú moto?
-Se encargarán de ella
-No sé, quiero estar sola.
-Vamos Catalina, en este momento no debes estarlo, vamos dame las llaves, tienes que estar tranquila.

Después de unos minutos acepto, le doy las llaves de mi camaro, y me dejo guiar por él, vez primera, bajo la guardia, si hubiera sabido lo que vendría en unos meses más les prometo que le hubiese matado con el arma que llevaba ahí.
Pasamos por lagunas, árboles, y mucho camino de tierra.
-Vamos a una cabañita, que tengo cuando me vine a vivir aquí- Sólo quería escapar, si que ir a una cabaña genial. Empecé a dormitar.
Siento unos besos y abro los ojos.
-Vamos dormilona- veo a mi alrededor, hay árboles, y al frente hay una cabaña, de dos pisos, es como esas casitas de cuento, escondidas en el bosque. Salgo del auto, Alejandro me ayuda a bajar, él sólo sonreía, abre la puerta de la cabaña, y entro en ella, al final de la cabaña hay una ventana gigante, la que es una especie de puerta, corrí a ella y la abrí el patio era aún más sorprendente tenía un lago a unos tres o cuatro kilómetros, fascinante, no alcanzo a dar un paso hacia afuera y unas manos gigantes me atrapan.
-A dónde crees que vas?
-Al lago
-No- se ríe -por ahora no, primero me tienes que pagar una bofetada, el no contestarme el celular desde que llegaste, el no decirme de tu auto nuevo y, lo de estúpido, porque te oí.
-Lo de la bofetada te lo merecías- le digo mientras me giro para verle a los ojos -porque me dejaste sola, lo del auto, es problema mío, no crees?. Y lo de estúpido, porque no me dejaste subirme a la moto, y lo celular, bueno se me olvido.
-Nada de que se me olvido, ahora me las pagaras- me dice con una sonrisa malévola, me toma en brazos y me sube a su hombro, no sabía qué hacer, esto es nuevo para mí, no sabía si patalear o quedar tranquila. Opte por luchar, Alejandro comenzó a subir por las escaleras, mientras veía cada escalón yo pataleaba y le pegaba en la espalda. -Quédate tranquila, o si no haré que te quedes tranquila- eso fue una inyección de adrenalina, quería saber "cómo me iba a dejar tranquila", y seguí, me llego una nalgada en medio de mis nalgas, la primera sensación fue de humillación, pero luego sentí como la excitación subía, seguí luchando, y siento como mi cuerpo cae encima de la cama, me mira con lujuria. -Te gusta pelear conmigo- yo me reía y giraba mi cabeza de izquierda a derecha una y otra vez.
-Cómo se te ocurre, eso jamás.
-Si me imagino- se comenzó a sacar la polera y me dejo su torso desnudo, y yo la muy boba le miraba, me sujeto una de mis manos y la ato a la cama, cuando me di cuenta ya era muy tarde, me había atado la otra. -Que pena, se tendremos que romper esta ropa- y me miraba con maldad, lo sé, esa era maldad, se estaba vengando de mí.
-Pobre de ti que lo hagas, porque después me tocara a mí,
-Pero eso si es que lo logras.
-Hagamos un trato me sueltas, me la saco y luego me atas.
-No lo sé después, huyes?
-Que crees?, que no tengo palabra como otro?
-Hey!, eso dolió
-Entonces suéltame
-Eres abogada, no soy tonto, ellos siempre hacen que alguien inocente quede como culpable- le miro con cara de poco amigos, me suelta una mano, y me saca la mitad de la ropa, y hace el mismo procedimiento con el otro brazo, me deja atada.
Mis senos están al aire y su boca los chupa con fuerza, siento un dolor y placer en mi entre pierna, me gusta esa mezcla, me besa con el cuello entre mis senos, mi abdomen.
Me saca mis pantalones y me deja con mi tanga, me mira mi ropa interior, y comienza a besar mis piernas. Le quería con urgencia dentro mío, ya no aguantaba más.
-Por favor Alejandro.
-Por favor ¿Qué?- me está sonriendo
-Te quiero
-Yo también- y siguió con su juego y cuando creí que no podía más, le siento dentro mío, me golpea con rapidez y yo me comienzo agitar, una electricidad me esta recorriendo desde dentro de mi útero hasta mi boca en la que expulso un grito lleno de placer.
Y así estuvimos por un buen tiempo, me dejo descansar un momento.
-Cómo ha estado tu castigo?- me pregunta, le miro y sonrió
-Excelente- me besa en los labios.
-Iré por un jugo- y yo aún amarrada a la cama.
-Pero suéltame
-No, un segundo.


No sé que fue, pero me despierto en una cama descansada y un jugo de naranja en el velador que estaba al lado mío, la cortina de la habitación flotaba, el aire me hizo sentir bien. Comencé a estirarme en la cama y veo llegar a Alejandro con un sonrisa que amo.
-Cómo estás?
-Después de todo... feliz
-Qué bueno. Tómate el jugo- me estiro y tomo el vaso, y tomo un sorbo, esta exquisito, en su justa medida de acidez y dulzor.
-Puedes vestirte y mirar el lago.
Me tomo todo el resto del jugo, y me visto con mi ropa, pero primero me lanzo a la ducha.
Cuando ya estoy lista, Alejandro me está esperando cerca del lago.
-Te gusta el lugar.
-Me encanta- nos besamos. Nos abrazamos al caminar para llegar al lago, y mientras caminamos nos seguimos besándonos.
-Catalina, qué paso con Santelices?
-Mmmm...- tomo un poco de aire -estaba feliz sabes?
-Vamos cuéntame?
-Vale, te cuento. Santelices, asume todo, soy heredera de todo lo que me dejo mi abuelo, de sus empresas y bienes raíces. Por lo cual comprendo que los Ossandón sabían de esto, y por ello se fueron quedando con el poder de la empresa, y es por eso que me necesita, para que les tape la boca, lo saque a patadas y me haga cargo de ellas. Por consiguiente la casa en la que está viviendo Santelices, es mía, si no le dice hoy a Sofía todo lo que paso él se va de ella, y le destruyo toda su vida.
-Ya veo, y qué vas hacer?

-Esperar un día para saber que hará Santelices, luego ir a ver a Hugo Ossandón y decirle en su cara que yo soy la dueña.

miércoles, 7 de enero de 2015

Catalina y Alejandro - Capitulo 18


Tengo unas ojeras horrorosas, no dormí en toda la noche pensando en cómo llegaría, en qué le diría, Dios parezco una niñita asustada. Y si, lo estoy. Alejandro ha llamado constantemente, ha sido fundamental su apoyo, no lo eh visto pero sólo su voz me tranquiliza, y es raro, que sólo su voz logre ese efecto en mí, me encanta.
Comienza a vibrar mi teléfono, pero antes de contestar veo la hora, son las seis y media de la mañana, veo su foto y esa sonrisa que me vuelve boba. Contesto.

-Nena, sé que es muy temprano- Disculpándose, si supiera que no eh dormido nada.
-No te preocupes.
-Vale!, a qué hora quieres que te vaya a buscar?
-No, yo iré
-Cómo, no tienes vehículo.
-Pero existen los taxis- esto me causa gracia, ya salió Catalina malévola, Alejandro no sabe nada de mi camaro. -Tranqui, llegaré, a las 7 de la tarde
-¿¡QUÉ!?, tú estás loca- me grito!!!!
-Qué te pasa?, por qué tan apurado?- no me gusta que me obliguen
-No nena, es habíamos quedado a primera hora.
-Alejandro, escúchame bien, yo tengo mucho miedo a enfrentarme a todo de lo que hui por años. No es así de fácil que me digas a primera hora, y yo esté a pies juntos donde me digas, que seas mi pareja no te da derecho a elegir qué hacer con mi vida, porque yo llevo años manejando mi propia vida, entiendes?
-Amor, tranquila, no quería que te enojaras, sólo que al igual que tú yo estoy nervioso.
-Bueno, llego a las diez, sola, entendido, espérame en las rejas.
-Ok, son de color negro.
-Un cambio, cuando me fui eran doradas.

Me levanto de mi cama, me visto de negro, porque hoy será un día muy negro para mí. Me maquillo, casi nunca lo hago, pero esta vez me enfrentaré a mis miedos y necesito llevar una máscara, el maquillaje me impedirá derramar una lágrima. Encima de mi cama la encuentro, tranquila esperando que me la lleve, la tomo entre mis manos, la descargo y me doy cuenta que tiene una bala atravesada la retiro con cuidado y cae encima de mí cama, tomo las municiones y relleno el cargador, ahora la ajusto en el cinturón de mi pantalón, y las municiones sobrantes las guardo en otro cargador que mantenía mi abuelo, el cual lo guardo en mi chaqueta. Uno nunca sabe lo que podría pasar, si hoy salen las cosas mal, dirán que pelee hasta el último minuto de mi vida.
-Ya te vas?- es Kate, me dice desde el umbral de mi habitación.
-Si- le digo sin mirarle a los ojos.
-Catalina, no quieres que vayas?
-No, quiero que te quedes con Carmen- esta vez le miro directamente a los ojos, es una orden y ella asiente con la cabeza.
Le doy un beso y salgo rápidamente de mi habitación, bajo por las escaleras, mientras bajo las escaleras reviso mis bolsillos, y llevo mi celular, las llaves del auto, mis papeles y la taurus.
-Niña Catalina- miro hacia mí derecha, es Carmen- No es necesario que vaya.
-Carmen, lo es, si mi abuelo me dejo algo, lo reclamaré, porque sé que eso le gustaría.
-Ten cuidado.
-Sí, mi linda y hermosa Carmen. Te amo. Para mí tú deberías haber sido mi madre, no Sofía Morga.- Carmen sólo comienza a llorar.
Voy en busca de mi camaro, me siento en él, y saco el arma, quiero verla, hace mucho que no la tenía en mis manos.

-Catalina, ya tienes, diez y siete años, está es mi arma. Una Taurus PT 99, brasileña, debes tener cuidado, es semiautomática. No quiero que mates a alguien sólo que te defiendas con ella.
-Entiendo abuelo- Mi abuelo me sonríe.


Recuerdos esas palabras, él me enseño a disparar, no para matar sino para defenderme y eso haré ahora. Doy contacto y ruge el motor, es muy distinto a mi V16, es más suave, presiono el embriague y coloco primera dándole marcha a mi vehículo, y avanza con una suavidad que nunca había experimentado en un auto, ayer no me preocupe de ello, solo de la velocidad, coloco el GPS la dirección de la hacienda "Santi" y me la da.
Me da lo mismo la velocidad excesiva en la que voy conduciendo, esta vez no escucho música, no quiero amansar las fieras que llevo dentro mío.
Ahí esta, tal como había dicho Alejandro, esperándome, delante de unas rejas altas en la que está inscrita las palabras SANTI.
Disminuyo la velocidad, Alejandro se acerca, yo bajo el vidrio, y él me sonríe.

-Eras tú. Cuándo te lo compraste?- le sonrió, me tranquiliza el verlo, es bueno que este aquí.
-Ayer, cuando me llamaste, fui a la ciudad con Kate y lo vi, recordé que te burlabas de mi V16, sí que te presento a mi monstruo. Y esa moto?- Ahora es él quien se ríe, con esa sonrisa ganadora que tanto adoro.
-Es mía- es hermosa, nunca me eh subido a una.
-Puedo subirme- me mira con enfado
-Señorita Santelices, usted viene a ver a Don Luis, y yo la guiare con mi motocicleta.- QUEEEE, mierda, lo odio!
-Bien- y digo en un susurro estúpido.
-Te oí- maldición
-¡Pacheco!- Pacheco?, él, todavía trabaja acá.
-Sí?- le dice un hombre moreno, alto y cano, cuando me fui todavía no tenía el pelo gris, pero es inconfundible su manera de caminar. Es él. Mi ex chofer y guardaespaldas.
-Abre las rejas, la señorita viene conmigo.
-¿Quién es?
-Pacheco, haz lo que te dije, no le inmiscuyas en mis asuntos. Y si piensas en esa cabeza que es una prostituta, NO, que quede claro desde ya. AHORA ABRE LAS PUTAS REJAS.- Sin más camina, y me muestra su parte trasera, se mueve con elegancia y rudeza, sus jeans negros y esa casaca de cuero negra, me quitan un minuto de mi objetivo, me coloco las gafas, no es bueno que me reconozcan tan luego y subo el vidrio polarizado.
Ambos motores rugen al unísono, le sigo. La alameda es eterna. Cada vez que avanzo los recuerdos son más latentes, quiero llegar ya!, por fin se detiene.
La mansión SANTI, esta delante de mis ojos, con un cambio la tonalidad de ella, era blanca ahora es de color damasco.
Espero que Alejandro se baja de su moto y camina hacia mí, pero camina con arrogancia, llega a mi puerta y la abre.
Me ayuda a salir, le agradezco sin retirar mis anteojos, me sujeta de la cintura y encuentra lo que llevo, me mira con inseguridad, no dice nada, su mirada lo dice todo, "ten cuidado".
Comienza a caminar delante mío, se acercan dos hombre de la misma estatura de él y le cortan el paso, agacha su cabeza y se ríe de forma estruendosa en la que se te erizan los pelos de la nuca.

-Martínez, aléjate, esta vez estoy ocupado.
-¿Quién es?- Digo algo?, me callo?. Alejandro me mira y a través de su mirada me dice que es hora, me toca decirles quién soy.
-Así le hablas a la hija de TÚ patrón?- los dos me miran atónitos, e incluso Alejandro me eh convertido en la abogada, que no teme a nada ni a nadie. Me saco con tranquilidad los anteojos y les miro directamente a los ojos, camino con tranquilidad pero con arrogancia, hacía ellos, pero me cortan el paso.
-¿Qué eres tú qué?
-Tu nombre- reclamo
-Raúl Martínez
-Hace cuanto trabajas acá?
-Hace diez años
-Entonces deberías haber escuchado de mí. Soy Catalina Elizabeth Santelices Morga, hija de Luis Santelices y Sofía Morga, nieta de Don Amador Santelices. Te suena?- el muy arrogante sé que está impresionado, pero no quiere decir que lo está.
-No lo creo.
-Ok!, llama a Pacheco, porque él te dirá en tu cara quien soy.
Diez minutos más tarde, en que los duelos de miradas mataban, llega Pacheco, me mira y sus ojos están sorprendidos y emocionados.
-Niña Catalina, era usted- mi mirada fría se dirige al estúpido de Martínez y él esconde su cara por la vergüenza.
-Sí, Pacheco, tus hombres no me dejaban pasar a la que en mi infancia fue mi casa.
Pacheco los mira con reprobación y ellos se apartan, nos dejan pasar. Nos acercamos a la entrada a esas grandes puertas de madera de color caoba. Alejandro las empuja con suavidad, y me deja entrar primero, no mentiré, me tiemblan todos los músculos de mi cuerpo, qué hacer? Seguir y enfrentar.
-Quien eres?- escucho una voz femenina detrás de mí, me volteo para verla, y es ella. Ella me mira con sorpresa, queda estática, no lo puede creer que este ahí de pie en el mismo lugar que hace veinte años me había ido. Ahí en el que comenzó mi rencor y mi odio. Yo estaba ahí parada esperando que esa mujer que me dio la vida se abalanzará sobre mí y me cubriera con sus abrazos dándome protección, pero NO, estúpida yo, esa mujer nunca fue madre. Me echo cuando pudo y estoy aquí y eso es lo que quiere hacer ahora, para que no atormente su tranquilidad.
-Catalina... tú...- titubea no me o quiere decir pero su mirada no puede mentir lo que su corazón guarda.

-Sofía Morga.
-Soy tu madre- si lamentablemente
-Hace mucho que ya no lo eres.
-Catalina...- baja por las escaleras corriendo hacia mí -hija linda, porque no me avisaste que venías.
-No seas hipócrita, tú no me quieres acá, por ti seguirías viviendo el idilio con Santelices- sus manos se van a su boca.
-Catalina, yo jamás te echado.
-Mentirosa, me echaste a la edad de quince años, pero sabes me da exactamente lo mismo, para mí, tú no eres mi madre, aunque me hayas regalado un auto. Mi madre es Carmen, ahora déjame que vine propósito y lo cumpliré.
-Pero que te crees?, sigues siendo una muchachita macriada- me dice con desprecio.
-Te encantaría que lo siguiera siendo, pero lamentablemente ya no lo soy, tengo treinta y cinco años, soy una abogada, que desde hace ya bastante tiempo se sabe defender de gente tan despreciable como usted.- Hace un ademán para hablar, pero yo levanto mi mano derecha para callarla -Pero no vengo a ajustar cuentas con usted "señora" Morga, es con su esposo, me retiro.
Gracias a la voluntad divina se queda callada, pero me sigue a una distancia prudente, tengo tanta rabia que podría destrozar un muro de concreto, sigo avanzando por la escalera con un paso rápido no quiero encontrarme con cierta señora, que ya sólo me da rabia.
-Ni se te ocurra entrar a su habitación- me grita, me volteo para decirle que se vaya al demonio, pero es Alejandro quien se interpone en la mujer que me dio la vida para que no siguiera avanzando.
-Señora Morga, le aconsejo que deje de gritar, su marido, don Luis, fue quien solicito la presencia de la señorita Santelices en esta casa, si usted no la quiere, es problema suyo, ahora tiene dos opciones avanzar y que yo le bloquee el paso y la deje en una de las habitaciones de la casa o que baje.
-Pero quién te crees para hablarme así, Alejandro?
-Señorita, siga- me dice mirándome directamente a los ojos que me atraviesa el alma, y en esa mirada me dice yo me ocupo de ella, sigue. Asiento con mi cabeza -la mano derecha de su esposo, +el me ha dado instrucciones precisas, y que si usted las desobedece me veré en la obligación de proceder de acuerdo a lo que él mismo me ha instruido, y hoy no ando con ánimo de que usted comience a volverse insoportable, me entendió señora Morga?- Sofía no dice nada, sólo abre su boca y queda estática. -Señorita proceda, es tiempo.
-Sí, Alejandro, gracias.- y sigo subiendo, recuerdo ese día el primero en que me dio esa golpiza, sigo avanzando y al final del pasillo está su habitación, está cerrada la puerta. me acerco a ella, la toco con mis manos, la golpeo para avisar mi presencia o la abro así sin más?.

Tomo la manilla la giro, abro la puerta y después de de veinte años le veo cara a cara.