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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Catalina y Alejandro - Capítulo 17


No puedo creerlo ya son tres días en México, y estar en la casa que me cobijo en el momento más espantoso. Eh caminado por los jardines mirando una y otra vez este hermoso cielo, lo verde del césped y las tonalidades de las flores.
Todavía no puedo creerlo, mi abuelo me espero tanto para que confiara en él, y finalmente siempre lo supo, sólo que quería que yo le digiera. Si lo quería ahora lo quiero mucho más.
Hable con Carmen de todo, menos Alejandro, con él no eh podido hablar, la trato mal, le hablo de una forma que nadie en todos sus años de servicio lo habían hecho ni siquiera "mi padre". Alejandro muy mal hecho, es mejor de tenerla de amiga a mi querida Carmencita. Pero lo más importante es que SI, existe el testamento. No sabe exactamente donde esta, pero eso es un pelo de la cola, es muy fácil saberlo. 

-En qué piensas?
-En todo Kate.
-Dime Cata, que se siente estar aqui?
-Aqui?- digo apuntando mi asiento -seguridad, pero fuera de este lugar no lo sé aún.
-Te ha llamado Alejandro?
-No, segura?
-Si Kate, por qué?
-Me ha estado llamando, y me dijo que no le contestas el teléfono
-Mierda, si no le eh puesto el roaming, tiene que ser por eso- tomo mi celular y lo activo, a los segundos mi teléfono celular pareciera que explotara, 80 llamadas pérdidas, 20 mensajes de texto y para qué hablar de whatsapp, cada uno de sus mensajes me dice lo mucho que me ama y que sólo quiere verme, pero los últimos son exigencias que me causan risa, "dónde estás" "Contesta" "me estoy desesperando" "Sino me hablas prometo ir a la hacienda y raptarte aunque me mate Carmen"

-Lo llamare- le digo a Kate
-Ok llámalo que a mí me tiene aburrida con tantas llamadas- me dice burlándose de mí.
-Vale le dire que no te llame más.
Le llamo y me contesta al primer timbrazo.
-Nena, por fin, que te ha pasado, que no me haz contestado?
-Disculpa amor, es que tenia apagado el roaming.
-Te dio mi recado Kate.
-Claro, y dices que la dejes de llamar.- se rie al otro lado del telefono
-Ese no.
-Cómo?
-Se olvido entonces, es mejor que vengas, tu padre, está empeorando.
-Hoy?, Alejandro yo...
-Amor, ya ha pasado veinte años, sé que es díficil y no estarás sola, yo estaré contigo te lo prometo.
-Nose, es difícil.
-Catalina, por favor.
-Mañana a primera hora, te lo prometo.
-Bueno amor, mañana.

El día paso muy, pero muy lento, mañana me enfrentaría a "mi padre" a ese ser despreciable que me arruino la vida, que me refugie en el odio para sobrevivir, que no confíe en nada ni en nadie, y que ahora probablemente esté involucrado en la muerte de mi abuelo. 
Salí un rato de la hacienda, fuimos con Kate a la ciudad, y pase a ver autos, ya era hora de cambiar, y si me quiero enfrentar a él, es mejor que lo haga con poder y decisión.
Kate como siempre se enamoro de un jeep, aunque no puedo mentir me gustan, pero quiero imponerme y que me miren con respeto, no como la niñita que salió huyendo, llena de miedos, de vergüenza.

Y ahí estaba, esperándome, ese hermoso auto, de color negro, era como me llamara.
Hable con el vendedor, pero no escuchaba nada, hasta que dijo el precio, casi me caí, pero todos estos años de ahorrar habían rendido sus frutos, estarían muy bien invertidos.

Fuimos al centro comercial con Kate, a comer algo, yo como tenía el estómago anudado preferí una ensalada cesar, con un jugo natural, Kate que siempre come todo lo que quiere sin preocuparse de nada, prefirió comida china, con wantan y arrollados primavera, con una gran gaseosa. 

La mire con envidia, yo mire mi ensaladita, porque tenía el estomago apretado, y estaba llena de miedo, mañana sería un día lleno de enfrentamientos.
Iba de vuelta a la casa en mi camaro negro, escuchando la música muy fuerte, de ludacris, necesitaba una inyección de adrenalina, y autopista seria aquella inyección, lo malo que Kate se puso a gritar como loca cuando sobre pase la barrera de los cien kilómetros por hora, tuve que bajar la velocidad, es extraño sentir el aire de mi país, es como si nunca pertenecí aqui.

Cuando estoy llegando a la entrada de la Hacienda Amanda, los vigilantes me detienen, claro salí sin auto y volví con uno. Me sonrió, bajo con cautela el vidrio del piloto, y dejo ver uno de mis ojos al vigilante mientras mis labios tuercen una sonrisa.


-Señorita Santelices, no le conocimos.
-No te preocupes, era obvio, salí sin auto y ahora vuelvo con uno.
-Adelante- corre a los portones abriéndolos de par en par, arranco el motor de mi auto, y llego a la entrada de la mansión.
Como era de esperarse Carmen sale corriendo, a ver el auto. Y verle su cara de sorpresa y emoción, fue el mejor premio que podría haber obtenido.
-Pero mi niña, y esto?- sus manos estaban en su boca.
-Un auto, mi Carmen, ves o no los conoces- me pega en el brazo, Carmen medirá un metro cincuenta?, es pequeña, pero me gusta.
-Pero este auto es como de hombre, mi niña- Kate se rie
-Carmen, y eso que no has visto su departamento- Carmen me mira intrigada, en realidad.
-Bueno, dejemos mi depa a un lado. Entremos a la casa mejor.
Entramos a la casa, Carmen aún no sabe que iré a ver a Santelices, es mejor que se lo diga para que no se infarte.
-Ya niñas a sentarse tienen que tomar el té.- Nos miramos con Kate y ambas gritamos al unísono
-¡NO!
-Pero como?, tienen que comer.
-Carmencita comimos en un centro comercial, pero si te queda pastel, yo comería, y tu Kate?
-Yo me apunto
-Así me gusta, salen dos pedazos de pastel de piña
-¡ÑAMI!- gritamos las dos.

Después de comer como cerdas, es hora de hablar con Carmen. Voy a la cocina en busca de este ángel, que tiene cola de diablo.
-Carmen tengo que hablar contigo- sigue lavando la loza
-Dime niña Catalina.
-Necesito el arma de mi abuelo- la pobre casi le da un infarto, deja de lavar y me mira con los ojos como plato.
-Para qué la quieres?
-Iré a ver a Santelices mañana.
-No, no puedes ir Catalina, no!, me niego.
-Carmen- la tomo de los brazos -quieras o no, esto debo enfrentarlo, y para eso debe ser como yo estoy ahora, así fría y fuerte.
-Entiendo- se seca las manos -sigueme- me guía sin decir palabra, hasta el despacho de mi abuelo, al abrir la puerta siento el olor a madera, es como si mi abuelo hubiese regresado, no puedo retener una lágrima y ella recorre por mi mejilla.
-Escúchame bien Catalina, en ese cajón se encuentra el arma de tu abuelo, te cuidado, está cargada, y la munición esta debajo de ese cajón, cuídate. Recuerdas cómo se utiliza?.

-Claro qué se. Mi abuelo se preocupo de eso y de enseñarme defensa personal.- Carmen asiente y se retira.

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