Por fin ya
estamos dentro del avión, y siento una mezcla de emociones, un sabor dulce y
amargo. Después de 20 años enfrentare mis fantasmas, mis dolorosos recuerdos, y
miro por la ventanilla, siento que me aprietan con cariño mi mano izquierda, y
giro mi cabeza en esa dirección, veo esos ojos azulados que me miran con
ternura, no puedo creer que pisaré mi tierra natal.
Ha pasado tanto
tiempo, que no puedo creer, que me fui como una niña asustada, bajo la
protección de mi abuelo, y ahora vuelvo, con un propósito, y con un hombre que
me ha robado el corazón, que no sólo me ha hecho sentir viva, me ha hecho
confiar en alguien, no temió de mí, sino siguió, buscando hasta que me
encontró. Cierro mis ojos y lo último que siento es un beso en mi sien.
-Vamos dormilona-
es la voz de Kate -despierta- y me zarandea, le tomo su mano derecha y la doy
vuelta.
-Que mierda?- le
digo levantándome y con mi mano izquierda me desperezo en mis ojos.
-Ay! Bruta!.
-Ups!, perdón- me
rio, y le suelto el brazo
-Pero cómo mierda
le haces eso?- me dice Alejandro, sobándole la muñeca a Kate.
-Lo siento,
amiga, pero tú sabes que no puedes despertarme así- y me sigo riendo
-Mala, no pensé,
que todavía tuvieras los reflejos buenos- comienza a reírse y Alejandro nos
mira como locas.
-Ya salgan
rápido, porque o si no, nos volveremos a Estados Unidos, par de locas.
-Lo escuchaste?
Cata?, nos dijo "par de locas"-. Comenzamos a caminar para salir del
avión, y nos seguíamos riendo como locas, y Alejandro si hubiera podido ir a
tres metros delante de nosotras lo hubiera hecho, toda la gente nos miraba como
si fuéramos raras.
Llegamos a la
salida del aeropuerto, y nos esperaba un taxi.
Nos subimos en
él, Alejandro le pide al conductor dirigirse inmediatamente a la finca
"Santi", pero yo le muevo la manga, y le digo que no con la cabeza.
-Vamos a la
finca, Amanda, la de mi Abuelo- el conductor queda congelado, me mira por el
retrovisor.
-A la finca
Amanda?, de su abuelo?, señorita.- me pregunto el conductor y yo asiento -Usted
es nieta de Don Amador Santelices, que en paz descanse.
-Sí, le conoció?.-
asiente con la cabeza , mientras lo hace sonríe.
-Entonces sabe
dónde queda la Hacienda?.
-Pues claro, es
una de las más bellas, señorita.
Y fuimos pasando por calles, comenzaba a
recordar ciertas partes, pero otras que realmente han cambiado. De tanto en
tanto miraba a Kate, y ella me sonreía, y otra veces miraba a Alejandro y el
sólo me tocaba la mano, ya que iba al lado del conductor.
El taxi comienza
a pasar por esa laguna maravillosa, ya nos estamos acercando, queda poco, para
volver a sentir la presencia de mi Abuelo, de Don Amador Santelices.
Después de unos
minutos, que para mí fueron eternos. Ahí estaban las grandes rejas, y el camino
lleno de álamos, descubrían la entrada, de cinco kilómetros de extensión, y al
terminar, la imponente mansión blanca de Don Amador.
Sonreí como boba,
no podía creer, que después de tantos años estaba ahí, por fin.
Cuando se detuvo
el taxi, me baje corriendo a la entrada, olvidando todas mis maletas, dentro
del vehículo, toque la entrada.
Sabia, y estaba
segura que nadie era propietario de esta mansión, por lo costosa, y porque
"mi padre" jamás se desprendería de una de las propiedades
Santelices, era honor, aunque se estuvieran cayendo a pedazos, eso es
"Poder". Palabras de mi abuelo.
Toque la puerta.
Escuche unos pasos venir a la entrada. Comienzan a abrir la puerta, quién
será?, sabrán quién soy?
-Si?- la miro, no
puede ser, es ella. Ay, Dios!, no puedo creerlo, es ella. -Niña Catalina?-
comienzan a agolparse las lágrimas en mis ojos, Dios es ella. -Niña Catalina,
es usted?
-Carmen?
-Sí- En ese
momento nos abrazamos, nos besamos, nos miramos, y volvimos a abrazarnos.
Después de muchos arrumacos, de esta mujer maravillosa, me suelta y me deja
respirar.
Con lágrimas en
los ojos, y aún abrazada, hago una seña a Kate, para que venga.
-Tú mala amiga,
porque no me dijiste que Carmen estaba bien- Kate sólo se encoje de hombros
-Pensé que lo
sabías- me dice Kate
-Katherine Amelia
Zelis Márquez, te mataré.
-No, como dices
esas palabras Catalina Elizabeth Santelices Morga- me dice Carmen, y comenzamos
a reírnos.
Comenzamos a
hablar cual comadres, hace años que no sabía nada de ella. Carmen, era la
empleada de mi abuelo, su ama de llaves, como yo era la única nieta, recibí todo el
cariño y regaloneo, pero con mayor razón cuando me fui a vivir con mi abuelo,
Carmen fue mi abuela, me cuido, me mimo, hizo todo lo que hace una abuela,
estuvo para mi graduación de la secundaria, para mis cumpleaños, incluso más
que mi propia madre.
-Alejandro
ella...- Mi Carmen me interrumpe
-Sal de la
hacienda, Cruz!!- me perdí de algo?
-Señora, sólo
vengo en nombre de Don Luis Santelices...
-Por eso mismo
deja a mis niñas y lárgate
-Carmen ,
tranquilízate, Alejandro es ...
-Un trabajador,
señorita Catalina, que sólo está cumpliendo órdenes, disculpe Señora Carmen,
aquí le dejo las maletas de la Señorita Catalina y de la Señorita Katherine.
Con su permiso me retiro.- Que mierda es eso de señorita, si es mi pareja, por
qué Carmen le trata así? y Cruz?.
Después de lo
ocurrido, Carmen como era de esperarse, nos hace nuestras habitaciones y
comida, siempre tuvo un problema con la comida, nos encontraba muy flacas, y
siempre nos daba dulces.
-Carmen,
siéntate, con nosotras, y cuéntanos qué paso el día del accidente de mi abuelo,
tú no volviste a Nueva York.
-Mi niña, ese día
fue horrible. Vine a México a sepultar a mi patrón. Cuando tuve que volver, me
detuvieron en el aeropuerto, y me dijeron que no era necesario que me fuera, ya
que, tu mi niña, volverías acá a México.- Yo muevo mi cabeza de un lado para
otro, porque eso no paso -lo sé algo andaba mal, porque yo sabía que no
volverías, y me pregunte durante años como estarías mi niña, si comerías, si
serías alguien en la vida- mi linda Carmen comienza a llorar de amargura, me
paro de mi asiento y la abrazo, le beso su mejilla, mi preciosa Carmen, siempre
estuvo pensando en mí.
-Pero mi niña
ahora cuéntame que ha sido de tu vida.
-Mi Carmen, soy
abogada en Boston y eh vuelto para hablar con mi ... mi papá.
-Pero ¿cómo?,
Catalina después de lo que te hizo.- Abro mis ojos como plato, qué es lo que
sabe?
-De qué estás
hablando Carmen?
-Emm permiso, voy
a ir a ver mi cuarto, es por esa escalera Carmen?- dice Kate, y Carmen asiente.
Veo a Kate subir por las escaleras a su habitación, conociéndola como la conozco no creo que haya ido a su pieza y debe de estar buscando un escondite para escuchar
-Catita, cuando
se vino a vivir con su abuelo, por las noches gritaba y lloraba desconsolada,
Don Amador, corría a su habitación, para poder consolarla- Mierda, no puede ser
-por eso sabía que no volvería mi niña. Don Luis- aprieta las manos formándolas
en puños -ese hombre, sé lo que te hizo, mi niña.
-Carmen, por
favor- pongo mis manos en mi cara ocultándola, Carmen me tomo mis manos y me
abrazo, un abrazo cariñoso.
-Mi niña, ese
hombre te hizo mucho daño, y tu abuelo lo sabía, porque una noche, gritaste,
diciendo "No papá, yo soy tu hija" "Te lo suplico, no me
toques", pero cuando Don Amador estuvo más seguro fue cuando una noche,
llorabas en sueños de forma desconsolada, y Don Amador se acerco a tu pieza, en
Nueva York, y le veo salir de ella, con su rostro lleno de amargura, le
pregunte qué pasaba, y me dijo, Carmen mi peor, mi mayor miedo, sea cumplido.
Le dije que no entendía, me miro con rabia, porque si lo sabía, y no quería
admitirlo. Me grito. Carmen, mujer, entiende ese pedazo de hombre que crie,
eduque, le enseñe valores, ese hijo de..., mi amada mujer se debe estar
revolcando en su tumba al saber lo que hizo Luis... VIOLO A MI NIETA, eso
hizo!!! entiendes ahora Carmen?.
Ay! Dios mi
abuelo lo sabía, Dios mío, me quiero morir, lo único que hago es llorar, Carmen
se acerca y me abraza, no lo puedo creer que lo sepa y yo guardando mi secreto
por años, Dios me siento sucia.
-Escúchame
Catalina, no te sientas mal, eso jamás fue culpa tuya, Don Amador, nunca quiso
obligarte a hablar, pero sí a ... a su hijo, no le dio tregua, llamaba todos
los meses, para que le dijera con sus palabras que es lo que había pasado, por
qué te habías ido de su lado, nunca le hablo, hasta...-Carmen cierra la boca
-Hasta cuando,
Carmen- le digo entre lágrimas
-Hasta ese día
que falleció- y su mirada se torna triste y amarga, mi abuelito falleció
sabiendo mi secreto, porque no fui más fuerte y le conté, porque Dios, porque
no fui valiente, nunca me desintoxique de esta amargura, de este dolor tan
inmenso- Don Armador me llamo ese día, y me dijo que Don Luis le había
confesado todo, y que ahora te iba hacer hablar a ti, porque ya te había dado
tiempo para madurar, entender lo que había pasado, y siempre se arrepintió de
no haberte llevado a un terapeuta, y me dijo que debía cuidarte no separarme de
ti, pero desobedecí, y te deje sola mi niña, en esa ciudad, aunque tuvieras 18
sólo eras niña, con la que me había comprometido a cuidar- Me acerco yo a
Carmen y le abrazo, en ella hay un pedacito de mi abuelo.
-Carmen, no te
preocupes, crecí bastante, soy muy madura, me atrevería a decir que una vieja-
le sonrió, me mira y se sonríe.
-Déjame terminar-
asiento con la cabeza -le pregunte porque debía cuidarte tanto, y me dijo, que
la confesión que le había dado Don Luis, era porque hace algún tiempo había
cosas raras en la empresa, ya sabes fuga de dinero, y si le pasaba lo debía él
le diría toda la verdad, y así fue confirmando lo que ya teníamos más que
confirmado, el daño que te había provocado mi niña linda.
-Carmen qué es lo
que sucede con Alejandro.- pareciera que le hubiera vertido agua hirviendo, me
mira con furia.
-Ese muchachito,
llego hace unos meses a la mansión imponiendo sus órdenes como mano derecha de Don
Luis Santelices. Le deje en un principio, finalmente yo no tengo nada, sólo mis
años en que eh servido a la familia Santelices. Pero hace un mes más menos me encontró
un foto tuya, en la que tenías diecisiete, y me pregunto quién era, le respondí
con un poco de prepotencia diciéndole que eras la hija de Don Luis, me miro y me
arrebato de las manos la foto, y fue muy bruto conmigo me sujeto del brazo y me
zarandeo para que le dijera dónde estabas, que si no le decía me haría daño- Cómo?
que Alejandro hizo qué? Conozco a Carmen y no mentiría, menos si su mirada está
llena de furia. Tengo que hablar con Alejandro para tener las dos versiones.
Coloco mis manos en mis caderas y comienzo a girar.
-Mi linda Carmen,
estoy bien, mírame después de todo SOY una Santelices no crees?.
-Si, mi niña linda, él que te vea dirá que Don Amador está orgulloso de ser tu abuelo- y le sonrió,
es verdad.
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